domingo, 13 de marzo de 2011

EN LA CIUDAD BUNKER

El proceso de redefinición cultural de Iruñea

Tras el fiasco de la candidatura de Iruñea a capital europea 2016, el PEC (Plan Estratégico Cultural) intenta conectar la capital navarra al flujo global de ciudades culturales, sin solventar sus contradicciones con este modelo. En este proceso resultan fundamentales el papel de la Plataforma de Arte Contemporáneo y de la participación ciudadana.

Iñaki ARZOZ

Si fuéramos poetas diríamos que Iruñea, caída gloriosamente en las lides de la candidatura a capital europea 2016, cual ave fénix renace de sus cenizas… Pero como no somos poetas sino observadores resabiados diremos que la presentación de la “Propuesta de bases” del PEC (Plan Estratégico Cultural) de Iruñea no nos sorprende; era el paso inevitable en un programa establecido previamente.

El proceso de reconversión de Iruñea en ciudad cultural y turística, aun de forma tardía y vacilante, es un proyecto que se va asentando en las mentes municipales. Y este Plan, preparado por el mismo equipo de la candidatura 2016, no es sino la culminación del intento de transformación de Iruñea en una nueva ciudad a la que, finalmente, hay que dotar de contenidos culturales.

El problema es que la Iruñea que han construido no es precisamente una cálida Florencia sino un burgo hosco, frío y aburrido, erizado de baluartes culturales en los cuales se administran dosis perfectamente controladas de cultura. A partir de la gentrificación de las estructuras fortificadas y de la edificación de cúbicos contenedores culturales, la capital se nos está convirtiendo en una bombonera de piedra y cemento. Ha primado la reconversión urbana y arquitectónica antes que el desarrollo de una política cultural, porque la cultura misma, en su apertura a lo alternativo y/o subversivo, da miedo. Pero después del sistemático arrasamiento de todo atisbo de cultura popular y del abandono de los sectores culturales, ahora resulta que la cultura sí era imprescindible y se requiere urgentemente la colaboración de los creadores…

Es posible que estas mentes preclaras hayan leído a Richard Florida y quieran aplicar su receta de las 3T (tecnología, talento y tolerancia) para el renacimiento económico de las ciudades. Pero hasta para aplicar esta receta neoliberal, Iruñea necesitaría una profunda revisión del modelo decimonónico y de estricto control ideológico que ha imperado en las últimas décadas. Cuando las instituciones han empezado a aplicar sus planes se han topado con que, en una época de crisis, la cultura jibarizada que conocían se está transformando en una cultura resistente, por ejemplo, en las artes escénicas, con las manifestaciones de NAPAE o la creación de la Federación de Teatro Amateur de Navarra.

En este aspecto, el papel de la reciente Plataforma Arte Contemporáneo Navarra (http://www.laplataformadearte.com/) va a resulta determinante, pues la cultura contemporánea que propone como espacio colaborativo y experimental de todas las artes, va a marcar el nivel del verdadero desarrollo cultural de la ciudad. Después de un año de existencia enfocada a un trabajo posibilista, realizando informes críticos y participando en mesas de trabajo, la Plataforma se va a enfrentar a una serie de retos: el nombramiento del nuevo director del Centro de Arte de Huarte, la creación del Centro de Arte Contemporáneo de la Universidad de Navarra, el desdoblamiento del Museo de Navarra y, justamente, las iniciativas previstas en el PEC, como la Oficina y el Laboratorio de las artes. Por otra parte, llegan las elecciones y su actitud ante la revisión del Plan de fomento del arte contemporáneo sancionará su credibilidad y su futuro. El trabajo de la Plataforma solo tendrá sentido si es capaz de equilibrar su política de mano tendida con la independencia de criterio y una cohesión autocrítica con la colaboración con los otros sectores culturales.

No obstante, la clave para traer la cultura contemporánea a la ciudad es la participación real, pues participación no son ocasionales y superficiales consultas, sino el establecimiento de cauces permanentes en los que los sectores culturales y la ciudadanía tengan voz y voto. Participación en la cultura contemporánea significa muchas cosas: creación colectiva, gestión y presupuestos participativos, proyectos en internet, etc. pero, en la actualidad, especialmente en Iruñea, participación significa, sobre todo, autogestión de espacios, esto es, que las instituciones cedan espacios a iniciativas participativas como el Artlab de la Plataforma o incluso den cabida a centros okupados como el que demanda la iniciativa Kapitalismotikat (http://www.kapitalismotikat.net/).

Por otra parte, en tiempos de crisis hay que romper el mito del recorte necesario en cultura (que no es lo mismo que austeridad). No tanto por seguir el neokeynesianismo de Krugman sino porque, si se quiere apostar por las nuevas ciudades, donde más hay que invertir es en cultura, y no sólo en una industria cultural dirigida sino en proyectos de autogestión.

Finalmente, más allá de esta avalancha de planes para construir desde las instituciones esa nueva Iruñea, desde el campo de la producción cultural y desde una visión alternativa de la ciudad, tendríamos que advertir que nuestra vía quizá sea otra. Como bien señala Boris Groys, que no es poeta sino teórico del arte, la verdadera utopía posturbana puede ser algo tan sencillo como bajos alquileres para los jóvenes…

Para conquistar culturalmente la ciudad bunker que es Iruñea quizá no necesitemos tanto un plan estratégico como la estrategia participativa que proponen modestas iniciativas populares como “La Escalera. Jornadas de Cultura Contemporánea y Participación” (http://laescalerajornadas.blogspot.com/).


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