La nueva programación del Centro de Arte Contemporáneo de Uharte presenta, hasta el 3 de julio, dos propuestas bien diferentes: la de la artista navarra del reciclaje, Alicia Otaegui, y la del colectivo madrileño Basurama. Aparentemente se programan juntas porque derivan de una mirada verde o ecologista, pero pertenecen a dos actitudes antagónicas: la de un vago ‘arte concienciado’ frente a la documentación y el archivo crítico.
Iñaki ARZOZ
En la primera planta, Alicia Otaegui, bajo el juego de palabras “Consumocuidado” despliega un batiburrillo de veinte piezas que, elaboradas con material de reciclaje, basculan entre la ingenuidad y la pedagogía bienintencionada. Piezas, en general, sin otra entidad plástica o conceptual que la ocurrencia del título. Así, algunas tan anecdóticas como “Joyas”, collares de bolsas de caramelo, “Vista gorda”, una alfombra levantada bajo la que se esconde la basura, o “Es cultura”, una pila de contenedores verdes coronada por unos pajaritos. Especialmente desafortunadas resultan las que se pretenden más incisivas, por la utilización de maniquíes representando al malvado consumidor como “Mamá, cómprame”, digna de una mala película de terror. Solo cuando elabora puros juegos compositivos, desprovistos de discurso reciclador, el registro poético funciona, como en “Hoja caduca”. Por otra parte, la serie fotográfica con José Luis Larrión “Residuo asiduo”, sobre los hábitos familiares de consumo, resulta perfectamente profesional, pero para ilustrar un dominical o para un centro de reciclaje, y ya la vimos en Civivox Condestable el año pasado.
Da la impresión de que la obra de Alicia Otaegui resulta tan improvisada como forzada en un espacio de estas características y que cumple mejor su papel en intervenciones públicas y participativas como la “Cortina multicolor” en el Puente de Oblatas.
El proyecto de Basurama “6000 kilómetros. Paisajes después de la batalla”, en la segunda planta, muestra una colección de treinta panorámicas fotográficas de gran formato de los puntos negros en torno a los 6000 kilómetros de autopistas que prevé construir el Plan Estratégico de Infraestructuras. Un recorrido por los basureros, las urbanizaciones y los proyectos del urbanismo depredador que nos han llevado a la crisis del ladrillo y a la destrucción del patrimonio natural, desde el Hotel El Algarrobico hasta la Central Nuclear de Lemoiz. Las fotografías, bellas en su desolado estatismo y su precisión clínica, como postales de un postpocalipsis ballardiano, vienen acompañadas de citas literarias y extractos de informes que las contextualizan críticamente, pero sin aspavientos, para que el espectador se tome su tiempo de reflexión.
La parte que más interesará al espectador navarro será la de esos paisajes heridos de nuestra tierra, algunos tan emblemáticos como el Pantano de Itoiz, las canteras de Alaitz, el canal de Nafarroa, el Circuito de los Arcos, etc. Las panorámicas vienen acompañadas de una discreta documentación sobre otros proyectos controvertidos como el TAV que, encerrada en vitrinas, resulta una metáfora perfecta de la política medioambiental en Nafarroa: se mira (con espanto) pero no se toca…
Ambas muestras se complementan con un pobre “Espacio de documentación” en la tercera planta, en el que se palpa ya la precariedad de fondos: un par de mesas con libros y fotocopias, maquetas de posibles desarrollos urbanos de Uharte, mural infantil con casitas, etc. y un vídeo de producción propia -protagonizado por arquitectos navarros- que produce cierto sonrojo: “¿Cuál es la construcción o el proyecto urbanístico que más ha influido en tu vida?”.
Hay que destacar el desequilibrio y la falta de encaje entre las muestras de Alicia Otaegui y la de Basurama, de la que ni la artista ni el colectivo de arquitectos son responsables. Solo podemos soñar qué programación pudiera haberse generado, en torno a la rigurosa propuesta de Basurama, en colaboración con artistas críticos y colectivos ecologistas….Pero eso solo sería posible en un centro de arte normalizado, quizá en una Nafarroa alternativa…
El comienzo de la nueva programación ha coincidido con la polémica elección del nuevo director del Centro de Arte Contemporáneo de Uharte, ya que ha recaído en Javier Manzanos, patrono y ‘director en funciones’ (o “interlocutor cotidiano”) del propio centro hasta que se abrió el concurso público al puesto de director.
ADACE (Asociación de Directores de Museos de Arte Contemporáneo de España) ha denunciado este nombramiento como contrario al documento de buenas prácticas. Tras presentarse 27 candidatos -algunos de enjundia y méritos-, la elección más cómoda para el patronato ha sido un hombre de confianza, buen conocedor del panorama navarro desde sus tiempos de técnico de artes plásticas del Ayuntamiento de Iruñea, quizá frente la innovación y el riesgo. Veremos en qué acaba este nuevo desaguisado o qué proyecto trae la nueva dirección para levantar un centro problemático donde los haya.
Por lo que parece, en Nafarroa, tanto en arte contemporáneo como en política cultural somos asiduos al reciclaje… o a las batallas.
GARA. 24.4.2011
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